Pasó de golpe de ser el niño mimado del cine indie americano con "Pi" (1998) y "Réquiem por un sueño" (2000), a ser vapuleado sin piedad y merecidamente con "La fuente de la vida" (2006), un film decididamente fallido, frustrado por sus megalómanas ambiciones y cuya semilla argumental habría requerido de mucha más humildad e intimismo. La historia de base podría haber dado de sí un film de entrañable sensibilidad, pero el empeño por parte de Aronofsky de recargarlo y de pasar del barroquismo a lo ininteligible arruinó sin remedio la función. Lo mejor que sacó de ese proyecto fue conocer a Rachel Weisz - que ya es mucho -. El público ha agradecido su baño de humildad regresando a un cine menos autoral, "El luchador" (2008), una nueva variante al subgénero del cine de "losers" en busca de la redención, algo a lo que también aspiraba el propio Aronofsky. Ahora regresa por los mismos derroteros, poniéndose al servicio de la historia y no al revés, con "Black swan" (2010), un thriller que gira entorno al ballet y que está protagonizado por Natalie Portman, Winona Ryder, Barbara Hershey y Vincent Cassel.
Después de las críticas despiadadas que recibió por "El padrino 3" se le quitaron las ganas de ser actriz, encontró en la dirección su segunda oportunidad con un prometedor debút, "Las vírgenes suicidas" (1999) y la confirmación con un film rodado por completo en Japón en el que exorcizaba los fantasmas de su relación con el también realizador Spike Jonze, "Lost in translation" (2003). Después de recibir un Oscar por el guión de su obra más inspirada se decantó por un proyecto diametralmente opuesto, un film de época enmarcado en la Francia del siglo XVIII, "María Antonieta" (2006) que más que el retrato de una joven Reina parecía la biografía de una rebelde estilo Paris Hilton o Nicole Ritchie. El batacazo fue monumental y para su vuelta a la dirección Sofia ha hecho examen de conciencia, ha dejado de darse tanta pompa y ha vuelto a fijar sus miras en el cine intimista con "Somewhere" (2010) en el que retrata la vida de un actor caído en desgracia, interpretado por otro actor en horas bajas, Stephen Dorff, le secundan Elle Fanning, Michelle Monaghan y Benicio del Toro.
Llamarle cineasta es muy precipitado por mucho oficio que demostrara con su primer film, "Memorias de Queens" (2006), basado libremente en los recuerdos de su infancia en el marginal barrio neoyorquino. Ese film relevó a Shia LaBeouf y recuperó a Robert Downey, Jr. antes del boom de "Iron Man". Su segundo proyecto, "Puños de asfalto" (2009), pasó merecidamente desapercibida, se trataba de un vehículo puramente comercial para un público poco exigente. Ahora le toca consolidar su posición o por el contrario confirmar que su talento como realizador se debió a la mayor de las casualidades. En su tercer trabajo, "Son of no one" (2010) recupera a sus actores fetiche, Channing Tatum - que participó en sus dos films precedentes - y Terrence Howard - que estuvo sólo en el fallido "Puños de asfalto" -, a los que secundan dos pesos pesados de la interpretación, Robert de Niro - recién salido de la tercera parte de "Los padres de..." - y James Gandolfini - en plena y fecunda etapa post-Soprano -.
La directora neozelandesa logró sus mejores trabajos con "Sweetie" (1988), "Un ángel en mi mesa" (1990) y sobre todo "El piano" (1993), su film más reconocido y premiado. Su regreso al cine de época con "Retrato de una dama" (1996) resultó soporífero y sus posteriores trabajos fueron ninguneados a pesar de querer distanciarse del tipo de cine que la hizo popular, "Holy smoke" (1999) presentaba la lucha de poderes entre un desprogramador y una chica abducida por el influjo de una secta hinduista como línea argumental y su tensión sexual alcanzaba altas cotas de exhibicionismo. Lo mismo ocurría en "En carne viva" (2003), un thriller sórdido con reminiscencias a "Fuego en el cuerpo" que brindó a Meg Ryan su papel más exigente y atrevido. Ahora ha decidido regresar al cine de época - en esta ocasión con el beneplácito de la crítica - con "Bright star" (2009), film que podría suponer el espaldarazo definitivo para la carrera de la australiana Abbie Cornish, ya admirable en films como "Somersault", "Candy" o "Un buen año".
* "Brothers", "Black swan", "Somewhere" y "Bright star" se estrenarán a lo largo de 2010; "Son of no one" posiblemente lo haga en el 2011.
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