lunes, 12 de enero de 2009

Mi nombre es Harvey Milk

“Mi nombre es Harvey Milk y vengo a reclutaros”, con esta frase daba inicio sus comparecencias en público y con ella se hizo popular el primer homosexual abiertamente reconocido que ocupó un puesto de responsabilidad en los Estados Unidos. Harvey Milk nació en 1930 y en su época ser homosexual era un síntoma inequivoco de estar enfermo o de ser un degenerado, él se mantuvo durante mucho tiempo resguardado en el fondo de un armario como tantos otros de su generación, y no sería hasta la renovadora década de los 70 que pudo salir a la luz.
Cuando abrió una tienda de fotografía en la calle Castro (en un distrito de San Francisco) fue testigo del creciente flujo de homosexuales en la zona, y allí fueron fraguándose poco a poco las ambiciones políticas de Harvey pero con un único fín, el conseguir que las minorías sexuales o étnicas tuvieras unos derechos básicos… y en ello invirtió el resto de su vida, de su corta vida.
Tras varias campañas fallidas finalmente Harvey Milk llegó a ser concejal de uno de los distritos de San Francisco y a fuerza de tesón y de lucha logró que no prosperara la propuesta 8, que no suponía otra cosa más que posibilitar que cualquier persona pudiera perder su puesto de trabajo por él único motivo de tener otra condición sexual, algo aberrante que sucedía ni hace 30 años.
Harvey Milk murió por defender lo que creía y su muerte sirvió para fortalecer y unir el movimento de gays y lesbianas, para llegar a alcanzar la vida que hoy disfrutan. Aunque mucha gente no conozca su nombre, se le considera un mártir de los derechos de los gays.

¿Quiénes mejor para entender y encargarse de este proyecto que dos homosexuales abiertamente reconocidos: el desconocido guionista Dustin Lance Black y el muy conocido director Gus Van Sant?. Desconozco el motivo por el que se le ha confiado un proyecto como este a un guionista con tan poca experiencia, pero Van Sant a base de bastantes aciertos (“Drugstore cowboy”, “Mi Idaho privado”, “El indomable Will Hunting” y “Elephant”), algún aislado patizado (“Descubriendo a Forrester” y “Last days”) y una caída sin red (“Psicosis”), ha construido una carrera cada vez más interesante, aunque muchos no le perdonen las veces que se ha salido de los parámetros del cine independiente. Aún tiene pendiente de estreno la interesante “Paranoid Park” rodada con actores no profesionales con un presupuesto ridículo.


Antes que el film de Van Sant existía un documental títulado “The times of Harvey Milk” (1983) que se alzó con el Oscar en su categoría y que es de visión obligada para quien quiera conocer en profundidad a Harvey Milk. Van Sant imprime a su film un formato de documental, insertando continuamente imágenes de archivo con las rodadas expresamente para su película, para darle así un tono más independiente que tan bien le funcionara en “Elephant”, el problema es que aquí el protagonista es una gran estrella de Hollywood y toda biografía impactante que se precie necesita de más realismo y grandilocuencia para que los espectadores se involucren por completo en la historia.
El colectivo gay estaba molesto de la elección de Sean Penn como protagonista por su apoyo al Regimen Comunista de Cuba (y ya sabemos todos como trataban en Cuba a homosexuales como Reinaldo Arenas), pero su interpretación es como casi siempre intachable, ha hecho un trabajo muy completo de documentación y se ha metido en la piel de Harvey Milk hasta la médula. Viéndole no puedes imaginar una opción más acertada.


Si Sean Penn está bien, no menos bien está su oponente en el film, el ascendente Josh Brolin (“No es país para viejos”, “Planet terror”, “American gangster” y próximamente en “W”) como el concejal Dan White, el desencadenante de la desgracia y como el film insinua un homosexual en la sombra. Las fotos que había visto de su caracterización me habían hecho daño a la vista pero su trabajo es también muy convicente. El resto del reparto lo integran: un irreconocible Emile Hirsch (el descubrimiento del propio Penn en “Hacia rutas salvajes”) como el joven militante Cleve Jones; y James Franco y Diego Luna como los amantes de Harvey.
James Franco es Scott, el amante desinteresado (sin pluma) y Diego Luna es Jack Lira, el amante caprichoso (y con pluma). La interpretación de Diego Luna es la más floja de todo el elenco.
La banda sonora de Danny Elfman pasa bastante más desapercibida que en sus trabajos para Tim Burton, allí nadie duda que es él; el plato fuerte del film es una meticulosa ambientación y localización hasta límites insospechados, basta con decir que para montar la tienda de fotografía del protagonista alquilaron el local original de la ya famosa calle Castro, la reprodución de los despachos del Ayuntamiento de San Francisco también se respetaron hasta el más mínimo detalle.
En resumen “Mi nombre es Harvey Milk” aunque pase desapercibida en taquilla (algo que dudo, Sean Penn suele ser un reclamo fuerte), aunque sea olvidada en las Galas de premios (cosa que creo más probable), es ahora mismo una de las ofertas más seguras de la actual cartelera, aunque solo sea por conocer la historia de un personaje tan carismático como fue Harvey Milk que como otros relevantes personajes del siglo XX encontró el poder en la elocuencia de sus palabras.

2 comentarios:

Cirujator dijo...

Totalmente de acuerdo con tu crítica. A mi el papel de Diego Luna no me parece malo, me parece malo el doblaje.

Saludos y te añado a los links de mi blog.

http://ciudadquenuncaduerme.blogspot.com/

Anónimo dijo...
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