sábado, 24 de mayo de 2008

Antes que el diablo sepa que has muerto

Ya hablé de esta película el 28 de febrero pasado, entonces se iba a titular “Atraco al destino”, y ahora a finales de mayo han decidido, respetando su título original, llamarla “Antes que el diablo sepa que has muerto”. No es muy comprensible que tras sucesivos retrasos la productora de este film cometa el suicidio de estrenarla a la par que “Indiana Jones 4”, obviando las buenas críticas que la preceden y los premios cosechados en diversos festivales. El hecho está claro, la distribuidora no confía en las posibilidades de este film y quiere quitárselo de en medio cuanto antes; el resultado, el paso de la película por las salas de nuestro país será fugaz. Por lo que si no te quieres perder esta joyita deberás darte prisa en verla.
Se trata del último trabajo del octogenario Sidney Lumet y su mayor éxito crítico desde “Veredicto final” (1982), del que han corrido ríos de tinta a raíz del desnudo de Marisa Tomei y de sus tórridas escenas de sexo, pero en este film hay mucho más que esto.
La película rodada en Nueva York con un presupuesto ínfimo (5 millones de dólares), usando para abaratar costes cámaras digitales de alta definición, adapta un meritorio primer guión de Kelly Masterson, que cuenta una tragedia familiar en la que la ambición, el arrepentimiento y la venganza la asemejan a las tragedias griegas. Contada como se cuentan hoy tantas películas, de forma desordenada haciendo saltos continuos en el tiempo, antes y después del atraco que es el eje central de la historia; cuenta con una excelente y reiterativa partitura de Carter Burwell (colaborador habitual de los Coen), que le confiere un tono más gris a esta historia en definitiva de perdedores. Lo mejor, sin duda alguna, su reparto, sin el cual este film no alcanzaría la brillantez: Philip Seymour Hoffman, vuelve a dar lecciones de cómo con un físico tan difícil se puede ser a la vez una gran estrella y un gran actor; Ethan Hawke, al que le sientan de maravilla los personajes torturados como este (su cascado físico para su juventud se presta a ello); Marisa Tomei, aunque no es una gran actriz (y para quien no lo sepa posee un Oscar) presenta una belleza a sus 43 años envidiable; es uno de los rostros más bellos del cine americano (y su presencia es siempre un aliciente); y para terminar el veterano Albert Finney haciendo con convicción del padre de los desagradecidos y torpes (todo hay que decirlo) hermanos Hanson.
Una obra de altura debe contar con un final impactante y este film cumple en ese sentido sobradamente. Una estupenda obra de madurez de Lumet que será hermanada a “Doce hombres sin piedad”, “Tarde de perros”, “Serpico”, “El príncipe de la ciudad” y “Veredicto final”.
El título original esta sacada de una dicho popular irlandés: “Ojalá pases media hora en el cielo antes de que el diablo sepa que has muerto”.

Argumento:
Andy (Philip Seymour Hoffman), un broker con adicciones caras y apuros económicos, que esta casado con una preciosa mujer, Gina (Marisa Tomei), que no se siente demasiado amada por su esposo. El hermano menor de Andy se llama Hank (Ethan Hawke) y tampoco está pasando una buena época, aunque mantenga una relación adultera con Gina. Divorciado de Martha (Amy Ryan), a la que debe tres mensualidades de la manutención de su hija. Con el fin de paliar los problemas financieros y emocionales, Andy y Hank traman el golpe perfecto: atracar la joyería de sus propios padres, el Sr. y la Sra. Hanson (Albert Finney y Rosemary Harris). Por desgracia para ellos se buscan un cómplice algo torpe, Bobby (Bryan F. O’Byrne), que desbarata el plan y provoca una catástrofe.

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