martes, 8 de febrero de 2011

Animal kingdom

Si “Animal kingdom” se ha abierto un hueco en nuestra cartelera en una época tan competitiva ha sido por las numerosas nominaciones recibidas a los premios AFI (los Oscar de la cinematografía australiana), por el premio del jurado obtenido en el Festival de Sundance y por unas críticas entusiastas generalizadas que en verdad no comparto. La ha exportado como un film independiente atípico y estilizado cuando en realidad la ópera prima de David Michôd es molestamente tediosa y efectista.

La escena que abre el film ya nos avisa de que el film que vamos a ver es muy, muy transgresor y original… la aparentemente idílica estampa familiar de un hijo viendo la televisión junto a su adormecida madre se rompe con la llegada de dos camilleros. La madre en realidad está muerta después de sufrir una sobredosis y el hijo, en efecto, tiene más interés en terminar de ver el concurso televisivo que en custodiar los restos mortales de su madre. A partir de ese momento “J” (encarnado muy discretamente por el casi debutante James Frecheville), como así llaman al chico, tendrá que irse a vivir con su familia materna, con la que había perdido todo contacto por imposición de su propia progenitora.

Esa familia que encabeza la abuela Janine (la veterana Jackie Weaver nominada al Oscar como actriz secundaria y que ha regresado recientemente de uno de sus muchos retiros) sus tres vástagos, Andrew (Ben Mendelsohn encarnando poco convincentemente a una bomba a punto de estallar), Darren (Luke Ford visto en la tercera parte de la saga “La momia”) y Craig (el televisivo Sullivan Stapleton), se dedican a la venta de drogas y tienen una guerra declarada con la policía que les acecha. El personaje de Weaver, esa abuela de fachada tan dulce que esconde la peor de las bestias, el autentico cerebro criminal de la familia y de lejos el personaje más interesante que encierra el film, junto al de Barry Brown (interpretado brevemente por el interesante Joel Edgerton), el brazo derecho de la banda familiar de delincuentes.

En un papel secundario el internacional Guy Pearce - muy especializado últimamente en papeles tan poco estelares como los de “En tierra hostil”, “La carretera” o “El discurso del Rey” – encarna al policía Nathan Leckie, todo lo contrario al hombre de acción, se trata de alguien calmado y dialogante que trata de sacar a “J del círculo de violencia en el que de forma casual se ha visto inmerso. El personaje de Pearce aporta más bien poco a la historia.

“Animal kingdom” nos presenta una cara desconocida y oscura de la ciudad de Melbourne en este drama familiar en el que la venganza tiene un papel protagónico y en el que el resultado de la misma salpica a todo y a todos. Michôd apuesta por escenas ralentizadas que subrayan su importancia y por golpes de efecto (aparentemente) sorprendentes. Entre medias tan solo un mortal aburrimiento. Extraño caso de incomprensible entusiasmo crítico hacia un film muy poco relevante.

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