sábado, 21 de marzo de 2009

The visitor

Tom McCarthy es uno de esos actores secundarios cuyo rostro nadie recuerda porque su presencia en pantalla suele ser demasiado breve como para ser tenida en cuenta. No importa la envergadura de los proyectos (“Buenas noches y buena suerte”, “Todos los hombres del Rey”, “Banderas de nuestros padres”, “Michael Clayton”), las numerosas ocasiones en que se ha colocado frente a una cámara ha pasado totalmente desapercibido, sin embargo las escasas veces que se ha situado detrás de ella no ha sucedido lo mismo.
Es irónico que McCarthy considere aún como un hobby la escritura y dirección de películas, algo que hace entre rodaje y rodaje para “matar el tiempo”, según él. Las dos evasiones de McCarthy de su habitat natural han dado como resultado dos meritorios films: “Vías cruzadas” (2003) – ganadora del BAFTA y del Independent Spirit Award por su maravillo guión, el premio del jurado en San Sebastián y el premio de la audiencia en Sundance, entre otras innumerables menciones -, y la que hoy nos ocupa “The visitor” (2007), que a los numerosos premios de crítica ha sumado una candidatura a los Oscar.

Si en “Vías cruzadas” (también conocida por su título original, “The station agent”), McCarthy tuvo la osadía de entregar el papel principal a Peter Dinklage, un actor aquejado de acondroplasia (en el lenguaje coloquial se le denominaría “enano” ya que tan sólo mide 1’39 m), en “The visitor” le dio esa responsabilidad a Richard Jenkins, un actor extraordinario que siempre ha hecho papeles secundarios, su rostro nos es familiar porque le hemos podido ver en películas de Mike Nichols, Clint Eastwood, Woody Allen, los hermanos Farrelly o los hermanos Coen. La arriesgada decisión de elegir a Jenkins ha terminado por ser un acierto para el film, ya que su sobria actuación ha logrado optar para el Oscar de la Academia y esto indudablemente le ha abierto las puertas del mercado internacional a “The visitor”.

Un personaje como el de Walter Vale necesitaba el rostro de una persona normal, no identificable con el de una estrella; Jenkins le aporta a Walter sutiles pinceladas de humanidad y sensibilidad – su modo de involucrarse en los problemas de dos “sin papeles” a los que apenas conoce es admirable - y también de mediocridad y patetismo – Walter es un profesor viudo que roza la jubilación y que nunca ha llegado a creer en lo que hace ni a apasionarse por nada relacionado con la enseñanza -.
El cine independiente americano huye de las historias ideales, presentando personajes insatisfechos inmersos en crisis que conviven con una realidad poco envidiable, que en ocasiones nos pueden resultar dolorosamente familiares. “The visitor” habla de la crisis de la edad madura, de los prejuicios de la sociedad americana post 11-S, del trato vejatorio que se les dispensa a los inmigrantes y de la indefensión del ciudadano medio frente a la burocracia – el único instante en el que Walter pierde la compostura se debe a ello, logrando uno de los momentos más poderosamente impactantes -.

Walter Vale imparte clases de economía internacional en una Universidad de Connecticut, sus clases son tan poco concurridas como poco leídos son los libros que ha escrito. Vive solo desde que enviudó y entre sus pasiones se encuentran la música clásica y el disfrutar de un buen vino. Tiene una profesora particular de piano pero ha llegado al convencimiento de que no tiene ni la edad ni el talento necesario para llegar a dominarlo. Walter es enviado a Nueva York a dar una ponencia en la que realmente no ha colaborado y no cree poder defender. Cuando llega al piso que allí posee se encuentra con que dos inmigrantes han sido estafados por un especulador inmobilario alquilándoles su piso. Ellos son Tarek, un sirio que toca el d’jembe en una banda de jazz-fusión y Zainab, una nigeriana que se dedica a vender artesanía propia en un mercadillo. Walter les dejara quedarse allí hasta que encuentren otro lugar, la pasión que Tarek siente por su “arte” le hará conocer otras raices (musicales, sociales) alejadas a las suyas pero sumamente interesantes. Un día en el metro Tarek es arrestado por la policia enfrentándose a la posibilidad de ser deportado, y Walter luchará dentro de sus posibilidades para que el joven recupere su libertad en el “sueño americano”.

La música juega un papel muy destacado en “The visitor”, combinándose la clásica con los ritmos africanos, con una especial atención por el desaparecido músico Fela Kuti, creador del movimiento afrobeat – el Cd que Tarek regala a Walter es “Open & close” (1971), de Fela - , es maravillosa la improvisación que en pleno Central Park realizan un conjunto de percusionistas, al cual se unen Tarek y un abrumado Walter.
El reparto se completa con caras nuevas, Haaz Sleiman (“Urgencias”, “24”) bordando al encantador Tarek, Danai Gurira (“Ley y orden”) como la más desconfiada Zainab, y mención aparte para Hiam Abbass (“Munich”, “Free zone”, “Paradise now”, “Los limoneros”) que encarna a la madre de Tarek y su personaje es de vital importancia en la segunda parte del film. Hiam Abbass es toda una estrella del cine israelí, este personaje fue expresamente escrito para ella.
“The visitor” – la traducción más literal habría sido “La visita” – es una apuesta sobre seguro, una película que cuenta una historia cotidiana con trasfondo crítico que invita a la reflexión y que se aleja deliberadamente de situaciones forzadas metidas con calzador y… de finales felices. Con esto no estoy descubriendo nada. Una de las películas mas cautivadoras de lo que llevamos de año con un Richard Jenkins en estado de gracia.

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