miércoles, 17 de agosto de 2011

LA OTRA CARA DEL ÉXITO (XXXII)




JOSEPH BROOKS
Nueva York (USA), el 11 de marzo de 1938
Manhattan, Nueva York (USA), el 22 de mayo de 2011

Músico americano que dio sus primeros pasos en la década de los 60 como compositor de anuncios de marcas como Pepsi o Maxwell House. Después de firmar los scores de “Amor joven” (1973) y “Días felices” (1974), Brooks irrumpió con enorme fuerza en 1977 con la aparición del film “You light up my life”, escrito, producido y dirigido por él mismo. La fama en Estados Unidos de un film nunca estrenado en nuestro país se debió al éxito sin precedentes del tema central de su banda sonora, compuesto por Brooks y tan edulcorado como el film en cuestión. La canción “You light up my life” (que cantaba Debby Boone) le hizo merecedor a Brooks del Oscar, el Globo de oro y el Grammy a la mejor canción, entre otros muchos premios. Un año más tarde quiso repetir la gesta con “If ever I see you again” (1978), reservándose además el personaje protagonista, pero el éxito ni de lejos se repitió. Sus dos últimos trabajo como realizador, “Headin’ for Broadway” (1980) e “Invitation to the wedding” (1983) fueron clamorosos fracasos artísticos y comerciales. Produjo “Eddie and the Cruisers” (1983) sobre la misteriosa muerte de un cantante, y después prácticamente se le tragó la tierra. Un derrame cerebral terminó por retirarle del todo después de un tímido paso por Broadway.
En junio de 2009 Brooks volvió a la palestra pero por causas extra-cinematográficas, 11 mujeres le interpusieron una demanda a él y a su asistente personal por violación, después de acudir al anuncio de un casting para un film. En diciembre de 2010 su hijo Nicholas, también músico, fue acusado de matar a su novia, la diseñadora peruana Sylvie Cachay. El enorme escándalo finalizó en mayo de 2011 cuando Brooks con la ayuda de una toalla y una bolsa de plástico se ahorcó en su apartamento de Manhattan antes de que su juicio concluyese. El romanticismo exacerbado de Brooks quedó para siempre sepultado por sus oscuras prácticas.

martes, 9 de agosto de 2011

LA OTRA CARA DEL ÉXITO (XXXI)



JEFF CONAWAY
Nueva York (USA), el 5 de octubre de 1950
Los Ángeles, California (USA), el 27 de mayo de 2011

Debutó como actor en Broadway a los 10 años con la obra “All the way home”, aunque durante algún tiempo se mostró más interesado en mover la carrera musical del grupo “3 ½” del que era líder y con los que teloneó a artistas tan importantes como Gladys Knight & The Pips, Chuck Berry o The Animals. Su primera aparición en la gran pantalla fue en el film “Jennifer on my mind” (1971), en el que daba sus primeros pasos un actor años después muy prestigioso, Robert de Niro. En 1972 fue elegido para encarnar a Danny Zuko en la obra musical “Grease” que durante año y medio se mantuvo en cartel. Esa importante promoción le abrió las puertas de la televisión en la que apareció episódicamente en series como “Happy days” (1976), “La chica de la tele” (1976) o “Kojak” (1978) o en pequeños papeles en films como “Nunca te prometí un jardín de rosas” (1977) o “Pedro y el dragón Elliot” (1977). La adaptación cinematográfica de “Grease” (1978) tuvo el detalle de acordarse de Conaway aunque no para el papel protagonista que recayó en la estrella del momento, John Travolta, teniendo Jeff que conformarse con ser su amigote de correrías, Kenickie.
El enorme éxito del film le dio su otro papel más recordado, el de Bobby Wheeler, el actor fracasado reconvertido en taxista de la serie de culto “Taxi” (1978-82). Jeff la abandonó una temporada antes de ser cancelada para evitar el encasillamiento como rubio cortito de mente y para poder ser el Príncipe Greystoke en la miniserie “Wizards & warriors” (1983). Su carrera contra todo pronóstico empezó a declinar sin remedio, limitándose a ser la estrella invitada de series como “Vacaciones en el mar” (1985), “¿Quién es el jefe?” (1985), “Hotel” (1987), “Mike Hammer” (1987) o en culebrones como “Belleza y poder” (1989-90). En la década de los 90 se consagró por completo al cine de serie B coincidiendo en aquellos subproductos rodados directamente para el mercado del video con otras muchas estrellas en horas bajas como él. En la serie futurista “Babylon 5” (1994-98), una de las muchas surgidas del Universo de “Star Trek” aunque no de las de mayor éxito, interpretará a un personaje no principal pero sí recurrente durante sus 4 temporadas de vida. Randal Kleiser, el realizador de “Grease”, le dará un pequeño papel en el olvidable drama judicial “Sombras de sospecha” (1998). Encaró la recta final de su carrera aireando el problema de drogadicción que arrastraba desde hacía dos décadas en un delirante reality del canal Vh1 centrados en famosos en proceso de rehabilitación, allí coincidió con Brigitte Nielsen, Daniel Baldwin o Gary Busey. Sus adicciones la habían convertido en una versión alarmantemente envejecida y grotesca de sí mismo. Lo cierto es que Conaway nunca consiguió rehabilitarse, una sobredosis, que le mantuvo durante dos semanas en coma, acabaría con su vida a los 60 años.

miércoles, 25 de mayo de 2011

¿QUÉ QUIERES SER DE MAYOR?. MMMM.... ¡DE MAYOR QUIERO SER FRIKI!


Para todo aquel que pensara que me había retirado a meditar a un monasterio tibetano, que había sido abducido por extraños seres de otro planeta, que había sido captado por alguna secta satánica o que había sido transportado a otra dimensión desde la que me era imposible escribir... ya os digo que no!. "Los frikis también lloran" no solo no presenta un electrocardiograma plano sino que promete atisbos de vida... aunque durante algún tiempo haya permanecido (o permanezca) cómodamente hibernando.


No se trata de una pérdida de interés, ni de un desgaste por saturación de cine de rápido consumo, ni de aspiraciones incumplidas... nada de eso!. Se ha tratado más bien de darle otras prioridades a la vida y de romper temporalmente con el yugo de las obligaciones, si los "frikis" tienen algo más que decir ya lo dirán de manera natural sin necesidad de presiones autoimpuestas y de cumplir con un calendario ideado mentalmente. A veces el exceso de disciplina es contraproducente, le resta interés a un blog con la vocación de entretener como éste.


De todos modos sí los "frikis" no tienen nada más que decir, el mundo tampoco dejará de rodar. Hay cientos, miles de blogs interesantes de cine en el ciberespacio y este tan sólo es un insignificante puntito más en el vasto e inabarcable mapa. Siendo muy optimista pienso que al menos habré dejado un prolífico y bastante completo diario de la escena cultural de los 3 últimos años. Es mucho más de lo que esperaba cuando un día, con la ayuda de dos compañeros de trabajo, salió fortuitamente el título de este blog. Creí que era estupenda declaración de intenciones.


No quería perderme la ocasión de celebrar por cuarta vez El día del Orgullo Friki que como todos sabéis este año gira en torno a la saga de las sagas, "Star Wars", la que además le otorgó su fecha de celebración. Un festejo que año tras año crece, y al que se va sumando gente que se vanagloria de formar parte él. Toda una gran comunidad con una forma de ser, pensar y vivir a la vez muy peculiar y muy satisfactoria. Hemos dejado de ser unos marginados sociales. Ahora a los niños cuando se les pregunta que quieren ser de mayores, responden que quieren ser "frikis". El fiestón será en la madrileña plaza de Callao el sabado 28 a partir de las 6 de la tarde, pero también habrá otras convocatorias en Alicante, Barcelona, Bilbao, Logroño, Murcia, Sabadell, Santa Cruz de Tenerife, etc.


Una vez más, ¡¡¡felicidades, Frikis!!!.


martes, 8 de febrero de 2011

Animal kingdom

Si “Animal kingdom” se ha abierto un hueco en nuestra cartelera en una época tan competitiva ha sido por las numerosas nominaciones recibidas a los premios AFI (los Oscar de la cinematografía australiana), por el premio del jurado obtenido en el Festival de Sundance y por unas críticas entusiastas generalizadas que en verdad no comparto. La ha exportado como un film independiente atípico y estilizado cuando en realidad la ópera prima de David Michôd es molestamente tediosa y efectista.

La escena que abre el film ya nos avisa de que el film que vamos a ver es muy, muy transgresor y original… la aparentemente idílica estampa familiar de un hijo viendo la televisión junto a su adormecida madre se rompe con la llegada de dos camilleros. La madre en realidad está muerta después de sufrir una sobredosis y el hijo, en efecto, tiene más interés en terminar de ver el concurso televisivo que en custodiar los restos mortales de su madre. A partir de ese momento “J” (encarnado muy discretamente por el casi debutante James Frecheville), como así llaman al chico, tendrá que irse a vivir con su familia materna, con la que había perdido todo contacto por imposición de su propia progenitora.

Esa familia que encabeza la abuela Janine (la veterana Jackie Weaver nominada al Oscar como actriz secundaria y que ha regresado recientemente de uno de sus muchos retiros) sus tres vástagos, Andrew (Ben Mendelsohn encarnando poco convincentemente a una bomba a punto de estallar), Darren (Luke Ford visto en la tercera parte de la saga “La momia”) y Craig (el televisivo Sullivan Stapleton), se dedican a la venta de drogas y tienen una guerra declarada con la policía que les acecha. El personaje de Weaver, esa abuela de fachada tan dulce que esconde la peor de las bestias, el autentico cerebro criminal de la familia y de lejos el personaje más interesante que encierra el film, junto al de Barry Brown (interpretado brevemente por el interesante Joel Edgerton), el brazo derecho de la banda familiar de delincuentes.

En un papel secundario el internacional Guy Pearce - muy especializado últimamente en papeles tan poco estelares como los de “En tierra hostil”, “La carretera” o “El discurso del Rey” – encarna al policía Nathan Leckie, todo lo contrario al hombre de acción, se trata de alguien calmado y dialogante que trata de sacar a “J del círculo de violencia en el que de forma casual se ha visto inmerso. El personaje de Pearce aporta más bien poco a la historia.

“Animal kingdom” nos presenta una cara desconocida y oscura de la ciudad de Melbourne en este drama familiar en el que la venganza tiene un papel protagónico y en el que el resultado de la misma salpica a todo y a todos. Michôd apuesta por escenas ralentizadas que subrayan su importancia y por golpes de efecto (aparentemente) sorprendentes. Entre medias tan solo un mortal aburrimiento. Extraño caso de incomprensible entusiasmo crítico hacia un film muy poco relevante.

miércoles, 2 de febrero de 2011

LA OTRA CARA DEL ÉXITO (XXX)


ED FLANDERS
Minneapolis, Minnesota (Estados Unidos), el 29 de diciembre de 1934
Denny, California (USA), el 22 de febrero de 1995

Actor básicamente televisivo formado en el teatro. Después de su paso por Broadway se especializó en hacer personajes episódicos para series como “Audacia es el juego”, “Mission: Impossible”, “McMillan y esposa”, “Mannix”, “Ironside”, “MASH”, “Marcus Welby”, “Kung Fu” o “Hawai 5-0”. La gran pantalla apenas le ofreció oportunidades salvo aquel Presidente Truman que encarnó para “MacArthur, el General rebelde” (1977) – volvería a encarnar al Presidente estadounidense en otras dos ocasiones y por este papel mereció uno de sus tres Emmy - , los roles que el autor de “El exorcista” William Peter Blatty le brindó en sus dos únicas aproximaciones al cine, “The ninth configuration” (1980) y “El exorcista III” (1990), y dos personajes junto a su amigo Robert Duvall, “The pursuit of D.B. Cooper” (1981) y la excelente “Confesiones verdaderas” (1981).
Su fama la debe a la serie “Hospital” (1982-88) – cuna de actores tan conocidos como David Morse o Denzel Washington – interpretó al Dr. Donald Wetsphall del St. Elsewhere durante sus 6 temporadas y por este personaje recibió su último Emmy en 1983. A pesar de que la serie nunca fue una de las más vistas consiguió un público fiel que le mantuvo en antena tantos años.
Después de la cancelación de “Hospital” a Flanders le llegarían ofertas tan interesantes como el telefilme “Ciudadano Cohn” (1992), que protagonizó James Woods, y la serie “The road home” (1994), cuyo elenco encabezado por Karen Allen vio con sorpresa como era repentinamente cancelada tras su sexto capítulo.
Desde que se divorciara en 1992 de su segunda esposa, Ed sufrió de continuas depresiones y de importantes problemas económicos que precipitaron su final. A principios de 1995 decidió quitarse la vida suicidándose con un arma de fuego. Dejó un film póstumo para la gran pantalla, la poco inspirada comedia “Bye, bye love” (1995).

Los próximos tres días

Los guiones que Paul Haggis firmó para Clint Eastwood (“Million dollar baby”, “Banderas de nuestros padres” y “Cartas de Iwo Jima”) le facilitaron una carrera como realizador que había iniciado una década antes de manera muy discreta con “Red hot” (1993) – un imposible drama musical ambientado en la Rusia de la guerra fría – después de trabajar en la televisión de manera rápida para productos de toda índole, de series reivindicables como “Treinta y tantos” o “La ley de los Ángeles” hasta mediocridades como “Walker: Texas Ranger”, pasando por productos tan avejentados como “Vacaciones en el mar”.
Con el film coral sobre la inmigración y los estratos sociales en una gran urbe como Los Ángeles, “Crash” (20004), recibió el favor de crítica y público – quizás de manera excesivamente eufórica se coronó con el Oscar a la mejor película del año – ; “En el valle de Elah” (2007) que criticaba la intervención americana en Iraq no obtuvo la respuesta esperada – los mayores reconocimientos se centraron en alabar la magistral interpretación de Tommy Lee Jones – y ahora nos llega su tercer empeño, “Los próximos tres días”, que nos presenta a un Haggis menos ambicioso, con el único objetivo de ponerse al servicio de una historia ligera que pretende hacernos pasar dos horas muy entretenidas.

Resulta curioso que Haggis se ponga al servicio de un material tan reciente como poco conocido – el film francés “Pour elle” interpretado por Vincent Lindon y Diane Kruger hace escasos dos años aunque estrenada directamente en video en nuestro país – para hacerse cargo de su remake americano contando ahora con la presencia de un actor tan comercial como Russell Crowe y de la emergente Elizabeth Ashley encarnando al matrimonio protagonista de una historia al límite.

La galería de secundarios es verdaderamente antológica, la guapa Olivia Wilde, el enorme Brian Dennehy, Daniel Stern, Trudie Styler y Liam Neeson en una única aunque impagable escena. Lastima que la presencia de la mayoría de ellos resulte injustificada para encarnar papeles con muy poca importancia.

La vida parece idílica para el matrimonio formado por John (un convincente Russell Crowe con todo el peso que perdió para “Robin Hood”), Lara (Elizabeth Ashley en el papel más complejo al que se ha enfrentado hasta la fecha) y su pequeño hijo Luke (Ty Simpkins) hasta que una mañana cualquiera Lara es detenida y acusada del asesinato de su jefa a la que le unía una archiconocida enemistad. Las pruebas que la incriminan son demasiado claras y se enfrenta a una condena de 20 años. Agotando todas las vías legales y creyendo firmemente en su inocencia, John decidirá traspasar los límites de la justicia metiéndose en una espiral de violencia con el objetivo de volver a reunir a su familia.

“Los próximos tres días” es un film muy entretenido pero muy desigual, tras una primera y pausada mitad le sigue una adrenalítica y casi surrealista segunda parte que llega a bordear el mayor de los ridículos. El empeño del guión por rizar el rizo y la incomprensible y descabellada resolución final terminan por dejar un regusto amargo. Pero lo cierto es que sí no le buscas tres pies al gato “Los próximos tres días” puede ser un estupendo divertimento en el que la primera hora de tensión sostenida puede hacernos creer que el film tomará la senda del drama y no la del típico cine de acción que termina por imponerse. A pesar de todo lo que pudo haber sido y no fue, resulta entretenida y hasta recomendable.

martes, 1 de febrero de 2011

LAS PROPUESTAS MÁS INTERESANTES PARA FEBRERO

Aqui os presento el calendario de las propuestas más interesantes para el mes de febrero. Un buen mes, que al igual que enero va de más a menos. Empezamos con una actividad frenética para irnos relajando las últimas semanas. Nos llegan casi todas las películas con posibilidades en los Oscar: "Valor de ley" promete la renovación de un género como el Western de la mano de los Hermanos Coen; sí se aguanta su escena gore "127 horas" puede ser interpretado como todo un canto a la naturaleza, a la vida y a la libertad; "The fighter" si no deja para la posteridad un buen film de boxeo al menos sí que dejará de manifiesto la (aparente) facilidad de Christian Bale para quedarse en los huesos y dar lo mejor de sí; mezclar el terror y la danza solo podría darle buen resultado a Aronofsky con "Cisne negro"; el cine independiente viene defendido por "Winter's bone" y "Los chicos están bien", dos dramas familiares muy diferentes.
La broma de mal gusto que nos gastó durante dos años Joaquin Phoenix llega a nuestras pantallas bajo la dirección del cada vez más proyectado Casey Affleck y el cine español tiene como mejor representante a "Primos" de Daniel Sánchez Arévalo que incide por primera vez en la comedia pura después del estupendo sabor de boca dejado con "AzulOscuroCasiNegro" y "Gordos".
Por último, ¿cuantas veces he anunciado que estrenaban "Territorio prohibido"?... se trata de un film maldito del realizador de la muy recomendable "The cooler" que ha tenido problemas de distribucción haya donde se ha estrenado. Pues parece que por fín se estrena... o quizás no.

4 de febrero:

- "127 horas", de Danny Boyle.
- "Primos", de Daniel Sánchez Arévalo.
- "The fighter", de David O. Russell.
- "I'm still here", de Casey Affleck.
11 de febrero:
- "Valor de ley", de Joel y Ethan Coen.
- "Territorio prohibido", de Wayne Kramer.
- "Winter's bone", de Debra Grank.
18 de febrero:
- "Cisne negro", de Darren Aronofsky.
25 de febrero:
- "Los chicos están bien", de Lisa Cholodenko.

martes, 18 de enero de 2011

Camino a la libertad

Quien haya seguido un poco por encima este blog no les sorprenderá saber que reencontrarme con el cine del australiano Peter Weir es mucho más que un motivo de alegría, es motivo de celebración por dos razones: a) porque su carrera es un ejemplo de sobriedad y coherencia, y b) porque no suele prodigarse tanto como muchos desearíamos (este film que nos ocupa es su segundo trabajo en toda una década). Weir es un cineasta con mayúsculas, quizás el mejor de los que llegaron desde las antípodas, solo basta revisar títulos como “Gallipoli”, “Único testigo”, “La costa de los mosquitos”, “El show de Truman” o “Master & Commander” para entender y compartir mi afirmación.

“Camino a la libertad” está basado en las memorias del ruso Slavomir Rawicz, quien junto a otros compañeros se escaparon de un gulag en Siberia y lograron llegar hasta la India después de recorrer casi 7.000 kilómetros y de sortear todo tipo de situaciones climatológicamente adversas. Años después la BBC destapó que en realidad la supuesta autobiografía era un relato de lo que vivió otro soldado ruso a primeros de los 40. Poco importa sí sucedió realmente o no, el último film de Weir es un relato de aventuras y de supervivencia de primer orden.

Weir vuelve a enfrentar al hombre contra la naturaleza hostil, algo que ya hiciera en films como “La última ola” o “La costa de los mosquitos”, y la planificación y exhibición de escenarios naturales vuelve a ser uno de los puntos fuertes del film. Para dar la mayor verosimilitud posible el rodaje se repartió por 4 países (Bulgaria, Australia, Marruecos y la India). Peter sabe perfectamente como encuadrar paisajes aunque a estos ya no les acompañe la música del desaparecido Maurice Jarre (el encargado de sustituirle es el compositor alemán Burkhard Dallwitz quien ya musicó “El show de Truman”).

Todo empieza con una traición, Janusz (incorporado por el joven Jim Sturgess, un actor al que aún le falta bastante para abordar papeles como éste en el que tiene que ser un ejemplo de liderato), es acusado mediante coacción por su esposa de ser un espía. Janusz termina en un gulag en Siberia en el cual descubre que las alambradas no son los límites físicos de su prisión sino que lo es el basto y helado paisaje circundante el que hace prácticamente imposible la huida sin morir de hambre o de frío.
Después de un rápido plan a Janusz le acompañarán en su huida el Sr. Smith, un preso político americano (un magistral Ed Harris como acostumbra), Valka, un delincuente ruso de la peor calaña (un Colin Farrell que vuelve a recurrir a ese truco suyo de subir y bajar las cejas para demostrarnos que sabe actuar), el sacerdote Voss (interpretado por el sueco Gustaf Skarsgard, sin parentesco con Stellan), Kazik, un joven que sufre ceguera nocturna (el joven actor alemán Sebastian Urzendowsky se encarga de interpretarlo) y Tomasz (el rumano Alexandru Potocean, inolvidable en “4 meses, 3 semanas, 2 días”), el intelectual del grupo. En su epopeya por sobrevivir lucharán contra sus más primarios instintos y conocerán el significado de la palabra “compañerismo” más allá de los intereses particulares. Se unirá en última instancia una joven (Saoirse Ronan, vista recientemente en “The lovely bones”) que quiere dejar atrás un turbio pasado.

“Camino a la libertad” contiene imágenes muy duras (los evadidos comportándose como depredadores espantando a los lobos para comerse a un animal muerto, los espejismos en mitad del desierto del Gobi, etc) pero es ante todo una bella metáfora sobre la amistad, la lucha por sobrevivir y la capacidad para perdonar. Los espacios abiertos es, como ya he dicho, uno más de los personajes del este último film de Peter Weir, que aunque no alcance las excelencias de su anterior film (en parte por un ritmo algo desigual, un montaje algo torpe y un protagonista tan inadecuado como es Jim Sturgess) vuelve a confirmarnos que su cine es siempre es una lección de calidad. La única pega es que la media de disfrute de sus films está en dos películas por década, y eso es muy, muy poco.

miércoles, 5 de enero de 2011

Tron: Legacy

Resulta sorprendente y ciertamente atrevido que se ponga en marcha una secuela (aunque definirla así como veremos más adelante es equivocado) de un film, “Tron”, que hace 27 años no hizo dinero – cubrió costes únicamente – ni recibió buenas críticas – un guión algo infantil e ingenuo tuvo mucha culpa de ello - , aunque poco a poco haya adquirido un cariño popular tan generalizado que lo ha convertido en un título de culto. El mayor mérito de “Tron” fue el tratarse del primer film que contaba con escenarios completamente virtuales, realizados de una manera artesanal y muy laboriosa. Fue sin duda una apuesta arriesgada de la Disney, fracasada en su día y que el tiempo, por algún extraño motivo se encargó de ensalzar.

“Tron: Legacy” llega precedida de una campaña de marketing agresiva donde las haya, desde que se anunciara su existencia en el Comic.con de hace un par de ediciones. Su larga post-producción ha conseguido que su estreno se esperara con impaciencia… o eso se creía, porque a la hora de la verdad sus cifras han dejado bastante que desear al tratarse de un film que ha tenido un presupuesto desmesurado que se ha disparado por encima de los 300 millones de dólares. “Tron: Legacy” lleva camino de convertirse en un film tan incomprendido como lo fue su predecesor hace casi tres décadas. La historia se repite.

El debutante Joseph Kosinski, proveniente del mundo de los videojuegos, toma el testigo de Steven Lisberger haciendo que su film más que una secuela del original sea una revisitación del mismo realizada con más medios de la más rabiosa actualidad, logrando que la comparación de ambos nos haga pensar que en vez de 30 hayan pasado 300 años entre uno y otro. “Tron: Legacy” a grandes rasgos cuenta lo mismo que “Tron”, con el aditivo de un componente filosófico-existencial que no sólo no le hace ningún bien sino que supone los momentos en los que el film cae en un mayor ridículo. La primera, al menos, era un experimento sin grandes aspiraciones más allá de entretener, aunque lo cierto es que era algo aburrida.
Podría decirse que se trata de un film repleto de buenas intenciones que optó por seguir el camino fácil, el de enfocarlo para un público joven eligiendo a actores tan resultones como pueden ser Garrett Hedlum u Olivia Wilde como reclamo, aunque el personaje de la segunda no tenga ninguna solidez ni justificación. El apabullante espectáculo visual que en sí es el film queda malogrado por un guión totalmente previsible, sin garra, y el homenaje arriesgado y merecido a “Tron” (un film que al no ser una obra maestra precisamente sí que se prestaba a una reinterpretación) que podría haber dejado para la posteridad un film fantástico de referencia se queda en tierra de nadie. Ni molesta ni apasiona.

Afortunadamente Jeff Bridges decidió repetir el papel del programador Kevin Flynn, quien con el paso de los años se ha convertido en una especie de profeta zen pachorrón y conformista que poco tiene que ver con el Flynn arrogante e intrépido al que conocimos hace casi 30 años. Bridges, como siempre, cumple aunque “Tron: Legacy” no llenará de premios sus repisas. Más testimonial es la presencia de Bruce Boxleitner, que era Tron en la primera parte y que aquí supone un guiño sentimental al film precedente (a David Warner y Cindy Morgan ni siquiera se les brindó esta oportunidad). El ascendente Michael Sheen tiene a su cargo un breve papel totalmente prescindible en el que da rienda suelta a su histrionismo.

Mención aparte merece la “nemesis” de Bridges, ese Clu 2.0 que se ha extraído de la imagen que presentaba el célebre actor en el film “Contra todo riesgo” y que sí bien ha conseguido notables mejoras con respecto a films en los que ya trabajaron el crear personajes virtuales a través de los gestos y movimientos de conocidos actores como “Polar Express”, “Beowulf” o “Cuento de navidad”, no logra un absoluto realismo, la falta de brillo en los ojos (por fortuna) aún les distingue de los verdaderos actores. Bridges vence con facilidad al Bridges 2.0.
Si por algo sí pasará a la historia “Tron: Legacy” será por la magistral Ópera electrónica (con Obertura y Finale incluídos) que ha compuesto el dúo francés “Daft Punk” para el film que será fruto de estudio en un futuro. Una lástima que “Tron: Legacy” no tuviera la ambición de conformar un film para un público algo más exigente e intelectual porque ahora esos planes de hacer una trilogía pienso que se quedarán en el tintero.