lunes, 18 de febrero de 2008

4 meses, 3 semanas y 2 días

Ahora que ciertos sectores ultramontanos españoles intentan reabrir debates absurdos sobre derechos tan básicos como el de la mujer a decidir responsablemente sobre su propio cuerpo, viene muy bien el estreno del segundo largo de Cristian Mungiu, galardonado con la Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes. Porque la angustiosa odisea de Gabita (Laura Vasiliu) para abortar en la Rumanía de los ochenta con la complicidad de su compañera de estudios Otilia (Anamaría Marinca), sirve para recordarnos el efecto de un régimen represivo sobre la vida de los individuos, así como la importancia de unas libertades que disfrutamos en Occidente sin conciencia real de su valor, lo que aprovechan algunos para intentar socavarlas en nombre de sus creencias privadas, ante la incomprensible pasividad de quienes debieran responder contundentemente.

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