martes, 12 de enero de 2010

Un tipo serio

Los Coen cuentan con absoluta libertad creativa, siempre han gozado de ese privilegio, pero en la actualidad más sí cabe debido a los buenos rendimientos que tuvieron sus dos últimos films, “No es país para viejos” y “Quemar después de leer”. Todo ello sumado a que se encuentran también en su momento más prolífico nos garantiza una media de un film al año de la afamada pareja de hermanos. La fórmula lejos de sufrir agotamiento se reinventa constantemente.
“Un tipo serio” se decanta por la vertiente cómica de los Coen, que por otra parte es la que predomina en su ya larga obra, aunque en esta ocasión su incursión en el género es por decirlo de algún modo discreto. El film pretende ser una sátira de la sociedad judia del medio Oeste americano – entorno del que precisamente ellos proceden – y a través de sus recuerdos de infancia conforman este film ambientado a finales de la década de los 60 que cuenta con un plantel de actores absolutamente desconocidos para el público.

Si en “Oh brother” se buscaban referencias en “La Odisea”, de Homero y las fuentes de “El gran Lebowski” había que buscarlas en las novelas de Raymond Chandler, ahora es “El libro de Job” – la Biblia de los Hebreos – el objetivo del ácido humor de los Coen al narrarnos la parábola de Larry Gopnik (un sensacional Michael Stuhlbarg, capaz de resultar tan divertido como patético), un profesor universitario de química féliz en la monotonía de su existencia, la cual de la noche a la mañana se desestabiliza y su vida deja, a su pesar, de ser tan aburridamente idílica.

Esa “perfección” de Larry incluía una mujer (la debutante Sari Lennick) que tenía un lío con un amigo común y que ahora quiere el divorcio, un hermano (Richard Kind) sin trabajo que vive en su sillón –y en su baño - , un hijo (Aaron Wolf) más interesado en fumar porros que en celebrar su “Bar Mitzva” – su bautismo en la religión hebraica - , y una hija (Jessica McManus) que le roba dinero a hurtadillas con la idea de operarse la nariz. Larry buscará el asesoramiento de tres rabinos para tratar de encontrarle un sentido a sus desgracias.
Los Coen con su habitual mala baba parecen disfrutar torturando al protagonista y sometiéndole a un sinfín de pruebas. Su sangrante burla de la comunidad judía de una zona muy determinada de Norteamerica no será fuera de allí todo lo bien entendida que debiera, aunque pienso que a sus artífices poco les importa, porque “Un tipo serio” se presenta como un film caprichosamente autóctono y narcisista en el que los Coen sólo han buscado su autocomplacencia y su deleite sin importarles lo descolocado que pueda sentirse – y con toda seguridad se sentirá – su fiel público.

“Un tipo serio” no provoca risotadas - tan sólo algún esbozo de sonrisa - , abre muchas puertas y deja que sean los espectadores los encargados de cerrarlas a su antojo, en el caso de que ellos quieran entrar en su juego.
Ningún film de los Coen admite un correcto análisis con un único visionado, su último film no es una excepción, pero la impresión que queda después de verla es de no haberte divertido – esperando ver una comedia – y de haber asistido a una historia que nos queda realmente lejos, y lo que es peor, que no nos interesa en absoluto.

“Arizona baby”, “Ladykillers” y “Crueldad intolerable” han tenido siempre el dudoso honor de formar la parte más endeble de la filmografía de los Coen, ahora tendrán una nueva compañera, “Un tipo serio”. Por mucho que me pese, supone un paso en falso.


1 comentario:

babel dijo...

Parece que no te ha gustado demasiado. Tomo nota de tu crítica, pero aún no la he visto. A ver si puedo esta semana ir...

Un saludo!