martes, 3 de noviembre de 2009

ODA AL ESPAÑOLITO MEDIO

Rodó la friolera de 235 films, alternó el cine con el teatro y, en menor medida, con la televisión, y no fue hasta primeros de los 70 cuando demostró el solvente actor dramático que había en él, "El bosque del lobo" (1971) y "Mi querida señorita" (1972) extrajeron todo su potencial y una riqueza de registros que en los 60 - en films por otro lado excelentes como "El pisito" (1959), "Plácido" (1961), "Atraco a las tres" (1962) o "El verdugo" (1963) - no había tenido la oportunidad de mostrar.

Era uno de los últimos exponentes de una generación de cómicos que pasaron las de Caín durante la dictadura Franquista (apenas sobreviven tres: Manuel Aleixandre, Toni Leblanc o Alfredo Landa) y que tardarían muchas décadas en obtener el respeto crítico. Por siempre será el padrino de "La gran familia" (1962), el hombre encerrado en "La cabina" (1972), Sixto Zabaleta en "Este señor de negro" (1975), el hijo del Marqués de Leguineche en "La escopeta nacional" (1978), "Patrimonio nacional" (1981) y "Nacional III" (1982), etc. El cine internacional se lo quiso apropiar - rodó a las órdenes de George Cuckor "Viajes con mi tía" (1972) - pero decidió seguir siendo patrimonio nuestro.

Era de la vieja escuela en la que si no trabajabas - llegó a enlazar hasta 7 u 8 rodajes por año - no comías, por ello nunca se retiró. Tenía miedo a la soledad y al olvido y por ello decidió hacerse inmortal con puntuales personajes dentro de una basta filmografía en la que cabían títulos tan poco honrosos como "El fascista, la beata y su hija desvirgada" (1978).

José Luis López Vázquez es parte de la memoria colectiva de un pedazo de nuestra historia, un actor querido, respetado y admirado que supo hacernos reír, que logró conmovernos a su antojo... y que con 87 años nos ha dejado, al menos de manera física.

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