jueves, 14 de mayo de 2009

LA OTRA CARA DEL ÉXITO (IV)


ADRIENNE SHELLY
Queens, Nueva York (USA), el 24 de junio de 1966
Manhattan, Nueva York (USA), el 1 de noviembre de 2006

Actriz, guionista y directora neoyorquina con cierto parecido físico a Rosanna Arquette, debutó en el cine de la mano del independiente y hoy casi olvidado Hal Hartley con “La increíble verdad” (1989) y “Confía en mi” (1990). Una vez que el director dejó de contar con ella, Adrienne dio bandazos, yendo de la comedia tonta - “Linda, loca y peligrosa” (1993) – al cine de acción de serie B - “Sin escrúpulos” (1994) - , pasando por el cine indie descafeinado - “Duerme conmigo” (1994) y “Grind” (1997) -. Fue entonces cuando Adrienne asumió que sí quería volver a tener buenos papeles tendría que escribirlos ella misma. Inicia así una segunda etapa en su carrera como directora, guionista y actriz secundaria de sus propios trabajos, que pese a no contar con una buena distribución le dieron prestigio a fuerza de recorrer festivales. Los cortos “Urban legend” (1994) y “Lois lives a little” (1997) fueron sus primeras tentativas, posteriormente Shelly consiguió levantar no sin esfuerzo 3 largometrajes: “Sudden Manhattan” (1997), “I’ll take you there” (1999), y “La camarera” (2007), la única que ha llegado a nuestras pantallas aunque de manera tardía y póstuma. Uno de sus últimos títulos de interés fue “Factotum” (2005), en un brevísimo papel.
Adrienne Shelley no llegó a conocer que su último y mejor trabajo como directora, “La camarera”, fue seleccionada para participar en el Festival de Sundance, tuvo una buena crítica y gozó de la distribución que siempre había soñado para su films, porque en noviembre de 2006 apareció ahorcada en su oficina de Manhattan.
Estaba felizmente casada, tenía una hija de 3 años y empezaba a ser reconocida en su profesión, ¿qué motivos podría tener para querer morir?. No tenía ninguno, como demostró la posterior investigación policial, aquel día de noviembre de 2006 Adrienne sorprendió con las manos en la masa al inmigrante ecuatoriano Diego Pillco - que trabaja como obrero en las reformas del edificio en donde Adrianne tenía su oficina – robándole la cartera. Éste la golpeó contundentemente, creyó haberla matado y fingió entonces el suicidio. La autopsia reveló entonces que Adrienne murió de asfixia y no del golpe que el inmigrante le había propinado. Diego Pillco no consiguió la pena de muerte que había solicitado, ahora cumple una condena de 25 años.

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