lunes, 27 de julio de 2009

Asalto al tren Pelham 1 2 3

El decimoquinto film del realizador Tony Scott tiene muy poco de original pues se ha apuntado a la moda de reversionar films que ya de por sí no necesitaban de segundas lecturas; en esta ocasión el título elegido ha sido un film de culto de la década de los 70, “Pelham 1,2,3” (1974), que Joseph Sargent se encargó de dirigir con una sorprendente solvencia para un ramplón realizador televisivo que a sus 84 años aún sigue en activo – de la docena de films que dirigió para la gran pantalla “Tiburón, la venganza” (1987) fue el último. Por suerte o por fortuna “Pelham 1,2,3” se convirtió en la obra más reseñable de Sargent.

Brian Helgeland (“Payback”, “Destino de caballero”) ha sido el encargado en esta ocasión de adaptar a los nuevos tiempos el best seller de John Godey, cuya evolución ha originado unas diferencias existentes muy destacables con respecto al film original, sobre todo en su desenlace. Los títulos de crédito – tan creativos e innovadores como en todos los films de Scott – van directos al grano, en ellos se ve a los tres atracadores descendiendo al suburbano y esperando el tren que sale de la bahía de Pelham a la 1:23. Su objetivo es tomar rehenes con la intención de pedir a cambio de sus vidas 10 millones de dólares.
Con edad ya de jubilarse Tony Scott aún trata de demostrar su virtuosismo estético y narrativo, huyendo del clasicismo con montajes frenéticos, travelling circulares y más detalles marca de la casa. Su carrera está jalonada por grandes éxitos comerciales, films técnicamente impecables que sin embargo nunca han sido muy tenidos en cuenta por parte de los críticos - Nunca ha gozado de la atención que sí se le ha dispensado a su hermano mayor Ridley - , aunque algunos de sus films merezcan mucha admiración: “El ansia”, “Revenge”, “Amor a quemarropa”, “Spy game” o “El fuego de la venganza”.

“Atraco al tren Pelham 1 2 3” no ha escatimado en medios: localizaciones en estaciones reales del metro de Nueva York, un reparto de primerísimo orden y un presupuesto que ha terminado elevándose hasta los 100 millones de dólares. La rentabilidad de un film como este dependerá del alcance de su éxito de puertas a fuera del mercado USA.
El film supone la cuarta colaboración del director con su actor fetiche, Denzel Washington – tras “Marea roja”, “El fuego de la venganza” y “Deja vu” – y la primera ocasión en que dirige – no sin antes mantener un tira y afloja con los productores – a John Travolta.

Washington encarna a un funcionario de la red ferroviaria investigado por aceptar un soborno que ejerce como casual negociador, por su parte Travolta es un psicópata atracador con dotes para las finanzas. Ambos toman el testigo dejado por Walter Matthau y Robert Shaw, respectivament, y el duelo entre ambos funciona (sólo) durante los dos primeros tercios del film, curiosamente cuando no comparten plano. Una de las novedades que aporta el film es la ambigüedad del personaje de Washington, en una escena magistralmente resuelta el “villano” le obliga confesar públicamente oscuros errores de su pasado.
El alcalde de Nueva York encarnado por James Gandolfini - con un parecido indisimulado a Rudolph Giuliani – aporta una comicidad innecesaria en un conjunto sobrio que como en tantas otras películas de Scott se va desinflando por el camino – su anterior film “Deja vu” acusaba los mismos errores: un buen planteamiento y un interesante desarrollo que se desperdiciaban con una resolución equivocada y convencional - . La obligación de convertir a “Atraco al tren Pelham 1 2 3” en un film con final pirotécnico y espectacular arruina la función, cuando la sensación inicial era la de estar antes un film mucho más intimista con personajes de marcadas psicologías.

En el film precedente un simple y sutil estornudo servía para resolver el caso y de paso para poner punto y final al film, en la revisión se opta por permitirse muchas licencias con el fin de resultar más actual y comercial, aún a costa de perder la originalidad y el encanto de que hizo gala el film de Sargent. Hay demasiadas escenas innecesarias en el film: el transporte accidentado del botín – que provoca vergüenza ajena - , esas persecuciones por la ciudad acompañadas de helicópteros, el increible cara a cara final,…
El duelo entre Denzel Washington - tan correcto como de costumbre - y John Travolta - mucho más comedido y con un sorprendente look en el que por primera vez se atreve a mostrar con dignidad su incipiente calvicie – termina por ser el único aliciente para el visionado de un film muy poco fiel al original, cuyas novedades terminan por ser su mayor lastre. Son los riesgos de querer mejorar algo - que ya estaba muy bien de por sí - con la vista puesta en la calculadora, sin aportarle ningún alma. “Asalto al tren Pelham 1 2 3” con aspiraciones a convertirse en el film del verano se queda tristemente en un quiero y no puedo.

1 comentario:

Un solitario con pipa y copa de coñac dijo...

Esperemos que Scott sí mejore el remake que lleva preparando hace un tiempo, The warriors... Mientras que con Pelham..., como bien dices, no hacía falta una segunda lectura, con the warriors sí podría mejorarla, poniendo un poco más de sangre y violencia, ya que en la version setentera cuesta creer que las pandillas del bronx fueran tan blandengues... Hoy igual veo a Mr. Wahington y a Mr. Travolta... Ya te contaré, pero casi siempre, exceptuando casos aislados, suelo coincidir con tus críticas y opiniones. Pasa buen veranito y disfruta mucho de quien ya sabes.

Abrazo