martes, 14 de abril de 2009

EL INCENDIARIO QUE PERECIÓ EN LAS LLAMAS DE SU PROPIO ÉXITO

¿Quién no le recuerda aprovechando para lanzar sus dardos envenenados al entonces Presidente Bush cuando estaba recibiendo un Oscar?. La platea de estiradas estrellas no sabía muy bien como reacionar, si aplaudiendo o llamando a los guardías de seguridad del teatro. Aquel tipo gordo, con gorra de béisbol, barba y gafas empezó a estar de la noche a la mañana hasta en la sopa con un objetivo muy claro, desacreditar a cualquier precio a la Administración Bush con un lenguaje directo cargado de rabia y con una objetividad siempre cuestionada.
Michael Moore se convirtió en el azote del Presidente con peor prensa desde Nixon, en el encargado de dilapidar el prestigio del Presidente de la Sociedad del rifle hasta verlo convertido en el actor más fascista y odiado del viejo Hollywood, en el documentalista más mediático y con más ansias de acaparar minutos en pantalla, y en escritor de best sellers (“Estúpidos hombres blancos”, “¿Qué han hecho con mi país, tío?”) de denuncia que servían de complemento ideal para esos films que tenían siempre la intención de poner el dedo en la llaga.

Guionista televisivo de segunda, Moore tenía en su haber un film de ficción, “Operación Canadá” (1995), con el malogrado John Candy y el televisivo Richard Lewis como protagonistas. Era totalmente prescindible y sirvió al menos en nuestro país para rellenar los agujeros negros de unos meses tan poco cinéfilos como son los del verano.
En “Bowling for Columbine” (2002) criticaba a la industria armamentística y denunciaba el preocupante aumento de la violencia infantil, con la matanza del Instituto Columbine como ejemplo principal. El Oscar que recibió como mejor documental del año se encargó de que se viera en casi todo el mundo con un éxito más que considerable.

Pero la cima de su dominio le llegó con “Fahrenheit 9/11” (2004) – un documental destinado a conseguir sin éxito que Bush no accediera a un segundo mandato – logrando superar con un documental la barrera de los 100 millones de dólares, algo inaudito. Sus ansias por lograr una nominación al Oscar a la mejor película del año se desvanecieron ante un imprevisto: la emisión del documental por un canal televisivo imposibilitaban sus aspiraciones al incumplir una de las normas de la Academia.
Ahora que no todos sus libros se traducen a nuestra lengua y que sus films tardan la friolera de dos años en estrenarse, motivados como es lógico por la debacle comercial de su estreno americano, nos llega su penúltimo esfuerzo por agitar las conciencias de sus conciudadanos planetarios con “Sicko” (2007) en la que tiene por diana el polémico sistema sanitario americano que deja sin covertura médica a gran parte de la población; “¿Cómo el país más rico y poderoso del mundo cuenta con una sanidad tan pobre?”, ahí queda la pregunta. No cabe duda de que los testimonios en él expresados serán terroríficos pero la tardanza de su estreno pone en entredicho la actualidad de los mismos con la consabida reforma sanitaria que Obama ha utilizado como poderosa arma electoral.
El poder de convocatoria de Moore ha mermado – aún tiene otro título pendiente, “Captain Mike across America” (2007) sobre las polémicas elecciones que enfrentaron a Bush (¿Cómo no?) y a Kerry en el 2004 – y su imagen pública está muy deteriorada – es vox populi las cifras astronómicas que reclama por conferencia, algo contradictorio de alguien tan concienciado que defiende los derechos y denuncia las desigualdades – pero “Sicko” merecerá una valoración y un visionado ajeno a pre-juicios.

Mientras Michael Moore arde en las llamas de su propio éxito la carcajada de Charlton Heston resuena desde el infierno.

“Sicko” se estrena el 30 de abril.

No hay comentarios: