domingo, 20 de enero de 2008

JAMES TAYLOR, UN GRANDE A REINVINDICAR


A pesar de llevar más de 40 años en activo como músico, de haber vendido más de 40 millones de copias de sus numerosos álbumes, de haber servido de inspiración incluso a los Beatles y de haber sido versionado por Ray Charles, Emmylou Harris, Al Jarreau, Jimmy Buffett y por el mismísimo Elvis; James Taylor sigue siendo en nuestro país un auténtico desconociado. Sus giras europeas siempre eluden nuestro país (el último concierto que recuerdo de James fue en la desaparecida sala Aqualung allá por el año 1991). Ahora que aparece su nuevo trabajo "One man band", un disco en directo con el único acompañamiento de guitarra y piano, sería un buen momento para recuperar a este artista tan influyente del folk americano, de la misma generación que Carole King, Joni Mitchell, Gordon Lightfoot, Cat Stevens o Jackson Browne, y descubrir en la desnudez de sus canciones los infiernos de su adicción a las drogas, las secuelas de su ingreso en un psiquiátrico por profundas depresiones, y la sensibilidad en su visión de la fina línea que separa el amor del desamor. Todo ello será fácil pues las canciones en el DVD vendrán acompañadas de subtitulos en español. La voz de James es cálida, sencilla de identificar y casi imposible de olvidar. Su último trabajo en estudio "October road" data de 2002 y este es un regalo idoneo para amenizar la espera.
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"Las drogas son esencialmente aburridas y una pérdida de tiempo. Es tener la misma experiencia una y otra vez. Realmente, sustituyes las experiencias vitales por la droga; básicamente, reduces tus vivencias a una especie de anestesia química. Es tedioso, aterrador y deprimente. Al principio parece que funciona, te hace sentir mejor, más sociable, más echado para delante y con más éxito, y confortable. Pero, al final, la cuestión es que tienes suerte si no te mata o no mata a cualquier otra persona. Te dices que nunca más volverás a probarla una y otra vez. Cada mañana en la que te levantas enfermo, dices "nunca más". Hay momentos terriblemente humillantes y descorazonadores, momentos clave, como presentarte delante de tus hijos totalmente drogado o quedarte dormido en una cena de Acción de Gracias por efecto de las drogas o el alcohol, o levantarte por la mañana y tener que dedicar tres horas a buscar tu coche porque no tienes ni idea de dónde lo has aparcado. Mi momento clave fue con la metadona: cuando tienes que viajar, te dan la cantidad necesaria. Recuerdo que tuve que hacer un viaje a Japón y, una semana antes de marchar de gira, me dijeron que la ley allí impedía introducir ninguna sustancia. No podía cancelar la gira. Me armé de valor y viajé sin la metadona. No podía comer nada, tenía convulsiones, como un animal enjaulado y loco en la habitación. Fueron dos semanas de mono y ahí lo supe. Ahora estoy recuperado". (J. TAYLOR).

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