sábado, 7 de agosto de 2010

LA OTRA CARA DEL ÉXITO (XXV)

BARRY BROWN
San Jose, California (USA), el 19 de abril de 1951
Silver Lake, California (USA), el 27 de junio de 1978

Su primera aparición en pantalla la hizo de manera no acreditada en el film “In love and war” (1958), Barry tenía por aquel entonces 7 años. A primeros de los 60 ya aparecía en obras teatrales representadas en San Francisco como “The music man” o “Bye, bye birdie” (1963) protagonizada por Van Johnson, que compatibilizaba con sus estudios de arte dramático en la Academia Laurence Merrick. Finalizados estos consiguió estrenar una obra escrita por él, “Charity” (1967), cuyo montaje se encargó además de producir y dirigir, obteniendo unas críticas bastante favorables en Los Ángeles. Su debút en el cine lo hizo en el film “Odio en las aulas” (1970), un melodrama en el que confluían la rebeldia estudiantil con la problemática racista y en el que coincidió por primera vez con otra joven promesa en ciernes, Jeff Bridges. Después de esta carta de presentación sería frecuente verle como actor invitado en series como “La ley del revólver”, “Ironside”, “Patrulla juvenil”, “Galería nocturna” o “Marcus Welby”, en la que interpretó ocasionalmente al hermano pequeño del personaje principal encarnado por James Brolin. Dos westerns le devolvieron a la gran pantalla, “Sin ley ni esperanza” (1972) en la que se contaba los planes por parte de los pistoleros Jesse James y Cole Younger (encarnados por Robert Duvall y Cliff Robertson respectivamente) para atracar el Banco más grande al Oeste del Misisipi, y “Pistoleros en el infierno” (1972) un film desmitificador e incomprendido que con el tiempo ha ido creciendo en valia. En el primero de ellos Brown tenía una aparición episódica, pero en el segundo cargaba, junto a Jeff Bridges, con todo el peso del film sobre sus hombros. Después de un breve matrimonio de tan sólo dos meses y de una temporada teatral muy exitosa con la obra “Long day’s journey into night” junto a Geraldine Fitzgerald, su buena racha en el cine continuaría participando en el debút en la dirección de Alan Rudolph, “Premonition” (1972), un film de terror experimental con un presupuesto de únicamente quince mil dólares, y sobre todo en “Una señorita rebelde” (1974), la adaptación intimista y soporífera que de la obra de Henry James hizo Peter Bogdanovich con la idea de lanzar la carrera de su entonces pareja Cybill Shepherd y de paso también la de su partenaire masculino y sufrido pretendiente en el film, Barry Brown. “Una señorita rebelde” fue lo más cercano que estuvo nunca Brown de rozar el estrellato pero las críticas despiadadas unidas al sonoro fracaso de este y de su siguiente film, el thriller “La última emoción” (1974) devolvieron a Brown a la pequeña pantalla. Mientras aparecía como invitado en series como la comedia “Rhoda” (1974) o las policiacas “Forrester” (1975) y “La mujer policía” (1976) Barry atravesaba evidentes problemas de depresión y alcoholismo debido a la profunda insatisfación que sentía. Su carrera se resintió inevitablemente por el difícil momento personal que atravesaba, una de sus últimas apariciones en la pequeña pantalla fue en la miniserie “Testimonio de dos hombres” (1977) en la que encarnaba al abogado de la familia protagonista, y “Piraña” (1978) fue la última oportunidad de verle en la gran pantalla en un pequeño papel como guía de la selva que Joe Dante le escribió especialmente para él. Un papel secundario en el telefilm sobre racismo “Justicia sin violencia” (1979) puso el cierre final a su breve filmografia. A finales de junio de 1978 Barry se quitó la vida a los 27 años disparándose con una pistola, un triste final para un actor que a principios de esa década aspiraba a convertirse en estrella y que terminó como otros muchos juguetes rotos de Hollywood. Barry siempre sintió admiración por personalidades tan atormentadas y contradictorias como las de James Dean, Montgomery Cliff o Bela Lugosi. En 1997 su hermana pequeña Marilyn siguió sus pasos, ahorcándose en un puente a los 44 años y en 2003 el único hermano con vida, James, exhorcizó los recuerdos que guardaba de su disfuncional familia en una biografía, “The Los Angeles diaries” (2003), que se convirtió en todo un éxito de ventas.

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