JULIA ORMOND
Fue una promesa en ciernes, porque su reinado en la gran pantalla duró un abrir y cerrar de ojos. Se dio a conocer en el cine británico con "El niño de Macon" (1993) - de Peter Greenaway -, "Nostradamus" (1994) y "Cautivos" (1994), después fue exportada a Hollywood donde fue una gran estrella con tres films: "Leyendas de pasión" (1994), "El primer caballero" (1995) y "Sabrina (y sus amores)" (1995), ese remake del clásico de Billy Wilder que nunca debió de existir. Pero la meca del cine es implacable y no perdona los fracasos, Julia pinchó con "Smilla, misterio en la nieve" (1997) y buscó el prestigio de la mano de Nikita Mikhalkov con "El barbero de Siberia" (1998).
Desde entonces su carrera ha sido intermitente y casi invisible: "Estafadores" (2000), "Resistance" (2003) y muchos trabajos televisivos.
Hasta que David Lynch la da un pequeño papel en ese delirio visual que es "Inland Empire" (2006) y partir de ahí sus apariciones empiezan a multiplicarse: "Surveillance" (2008) - el premiado segundo trabajo en la dirección de la hija del propio Lynch -, "Se quien me mató" (2007) - una mediocridad al servicio de la sinpar Lindsay Lohan -, la española y no mucho mejor "La conjura del Escorial" (2008), y brevísimas apariciones en films de prestigio, "Ché, el argentino" (2008) y "El curioso caso de Benjamin Button" (2008), como la hija de Cate Blanchett.
Es una segunda oportunidad para una actriz que atraviesa una cuarenta de lo más bella, esperemos que el futuro la depare papeles de mayor peso.
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